04 SÁBADO, 21 DE DICIEMBRE DE 2013
EL VÍA CRUCIS DE CRISTO
Por Luis Ezcurra Puell
De
acuerdo con la Pasión según San Mateo, después de la absolución de Barrabás,
Jesús fue entregado a los judíos con una cruz que tenía como sigla de identidad
“INRI”, que significa: “Jesús de Nazareth, rey de los judíos” y con él están
los malhechores Dimas y Gestas, cada uno con su cruz a cuesta, Simón de Cirene
y una corte de señoras que lloran a Cristo y lanzan al aire voces lastimeras
que lo hieren y lo hacen decir:
-
“Hijas de Jerusalén, no lloren por
mí, lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque va a llegar el
día en que se dirá: Felices las madres sin hijos, felices las mujeres que no
dieron a luz. Ni amamantaron. Entonces se dirá: ¡Ojalá las tierras caigan sobre
nosotros! ¡Ojalá que las lomas nos ocultaran! Porque si así tratan al árbol
verde, ¿Qué harán con el seco?” –
Palabras
conmovedoras del Cristo que arrastran momentos de reflexión. Es posible un
mundo con mujeres sin hijos, sabiendo que eso contraría el principio de
conservación de la especie y su propia naturaleza que esta hecha para dar sus
frutos. Es indudable que las palabras del Redentor tienen otros conceptos.
Al
llegar el medio día del viernes, el cielo de la Ciudad Santa está cubierto de
un manto vaporoso que cubre los rayos de sol
y ausenta la claridad meridiana, siendo posible afirmar que la luz del
Sol ha sido eclipsada por las nubes viajeras del mar Mediterráneo y ocasiona un
olor a muerte en la atmósfera. Sobre el
monte del Gólgota se yerguen tres cruces que sostienen a otras tantas personas
que han sido condenadas a morir en el mismo día. Muy cerca de Jesús y al frente
se halla María, su madre; su amigo Cleofás está al costado de su esposa María
y, por el otro lado, María Magdalena.
Jesús, dirigiéndose a su madre, le dice:
-
“Ahí tienes a tu hijo – señalando
con la mirada a Cleofás – Hijo ahí tienes a tu madre” –
Jesús,
al saberse perdido, le entrega como consuelo a Cleofás para que le sirva de
sostén y sosiego; más adelante dice:
-
“Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me
has abandonado?” –
Desde
que alzó por última vez en la cena pascual una copa de vino y un mendrugo de
pan, no había tenido oportunidad de comer, más el abundante sudor derramado, lo
hacen decir con voz desfalleciente:
-“Tengo sed” -
Cristo en el Gólgota
Uno de los
sicarios, cumpliendo el deseo de Jesús, mojo una esponja con una solución
agridulce y se la hizo alcanzar, prendida en su lanza; al mismo tiempo, los
sacerdotes de Satán, se burlaban del indefenso desahuciado,
-
“Ya que salvó a otros, que se
salve así mismo” –
Mientras tanto los
sacerdotes se unían al coro de la infamia para seguir zahiriéndolo,
-
“Si tú eres el rey de los judíos,
sálvate a ti mismo” –
El Nazareno, a
pesar de todas estas ofensas y humillaciones, los perdonó a todos al pedir a su
Padre que lo hiciera:
-
“Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen” –
Nadie ni nada puede
contrariar lo que está profetizado. Jesús es consciente de esto y dice:
-
“Todo esta consumado” –
El deseo de morir
aumenta con el sufrimiento y su prolongación es un tormento. Llega un instante
en que uno de los bandidos encara a Jesús, diciéndole:
-“¿Así que tú eres el Cristo?
Entonces sálvate tú y sálvanos a nosotros” -
El otro interviene
para decir:
-“¿No temes a Dios, tú que estás
en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido, por eso pagamos nuestros
crímenes, pero él no hecho nada malo. Jesús, acuérdate de mi cuando llegues a
tu reino” –
Jesús, le
respondió:
-“Realmente te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso” –
Los relojes de
arena marcaban las tres de la tarde cuando el Mesías, sucumbido por la sangre
derramada, la sed y el castigo, con voz estentórea, dijo finalmente:
-“Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu” –
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